José Antonio Padilla

12/03/2009

Siempre has tenido la manía de reducir todo a la mínima expresión; tus versos, tus comentarios y tus despedidas. Y cuando te preguntaba: “¿ya está?”, hacías uso del refranero español para contestar “a buen entendedor pocas palabras bastan”. Tenías razón, a buen entendedor pocas palabras bastan. Pero a tus amigos no nos bastó con tus 33 años de compañía, nos faltaron risas, miradas y nos faltó más de tu extraño humor.

En este despacho, el tuyo, en el que yo entro hoy sólo para recordarte y en el que te recuerdo sentado sobre el sillón viejo que tanto te gusta, lleno de libros, apuntes, recortes de periódicos, datos electorales..., siempre te encontraba aquí, llegaba por las mañanas para comentar contigo la noticia del día. Había tiempo de política, humor, agobios, risas, poesías, reflexiones personales, consejos, penas... Hubo tiempo de todo y de nada.

Ahí sentado, con esa mirada profunda, tras la que escondes la sabiduría de un sabio, tras esos silencios inquietantes, la reflexión de un poeta y tras esa media sonrisa, la complicidad de un amigo. Te has ido.

Ahora, recogiendo tus cosas, no puedo evitar echar un vistazo a tus apuntes, espero no te moleste, te has ido. Hojas llenas de versos, de números y nombres. Hojas llenas de lo primero que se te venía a la cabeza, temías olvidar algún buen verso.

Dejas, tras tu muerte, la admiración a un escritor; el cariño a un amigo; el orgullo de conocer a alguien tan especial y el afecto a un compañero.

No hay duda, has tenido una vida llena de satisfacciones; la mejor, tu boda con Gemma y el reconocimiento de la crítica literaria, pero faltaron otras muchas. Y te has ido.

Hoy, nos invade un sentimiento de pena que deja un vacío inllevable y un nudo en la garganta; un suspiro que no nos lleva a ningún sitio. Te has ido.

Tu muerte nos entristece profundamente, pero nos enseña algo y es que, Padi, no dejaremos que nadie ni nada nos destroce la vida, porque de eso ya se encarga la muerte.

Fuiste el mejor ejemplo de discreción, de humildad, de compromiso y lealtad; así que, con la humildad que te caracteriza, hago uso de estas líneas para imaginar un último abrazo, un último adiós y una última mirada. Aunque día tras días seguiré oyéndote, seguiré ojeando el periódico contigo cada mañana, pidiéndote consejo cada vez que lo necesite y seguiremos reflexionando juntos, porque te has ido, pero siempre te tendremos presente en nuestras vidas.

Tus compañeros.

[ Volver a Actualidad ]

Actualidad

Agenda

Únete a nosotros

Síguenos